El calor sofocante empieza a distorsionar mis pensamientos y mis ideas, la calle cada vez es más larga para mis pasos y las miradas de la gente comienzan a molestarme.
En este pueblo tan parecido al desierto de la inmensa soledad que cada uno lleva dentro no parece haber un refugio para resguardarse del terrible y sofocante hecho de estar solo.
O por lo menos así parece, hasta que doblo la última esquina de mi camino y apresuro el paso para así poder llegar a mi destino; te veo con esos jeans y tus preciosos ojos me ven también a mí.
Corro hacia tí y te abrazo, pareces sorprendida por tanta efusividad; tú no entiendes lo eternas que me resultaron estas horas sin tu presencia.
Tal vez, después de todo, algo bueno me trajo vivir en este pueblo....te amo.
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